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miércoles, 5 de junio de 2013

Cuchillos de Cocina y sus tipos

Cada vez más personas descubren en las labores culinarias un entretenido hobby con el que desestresarse. También es cierto, desde luego, que muchas personas tienen la obligación de cocinar a diario, sea en el ámbito doméstico o en el profesional. En cualquier caso, lo que los une a todos ellos es la necesidad de contar con óptimas materias primas y excelentes herramientas. Y, de entre ellas, los cuchillos de cocina resultan esenciales para preparar casi todas las recetas.

Existen ocho tipos básicos de cuchillos de cocina, que no pueden faltar en tu despensa. El primero es el cuchillo cocinero, el cual tiene hoja ancha y filo muy fuerte y estable, facilitando con su uso el limpiado, cortado y picado de verduras. El jamonero, que tiene una hoja bastante larga, delgada, flexible y el filo liso, es muy útil para cortar el embutido que le da nombre. Si lo que necesitamos es quitar los huesos de la carne, el deshuesador es el cuchillo adecuado, ya que posee una hoja curva y delgada, con el filo liso, que llega a casi todos los recodos. Los cuchillos para cocinar se pueden encontrar en tiendas online como lancaria.com

Entre la selección de cuchillos de cocina de tu hogar no pueden faltar tampoco el chuletero y el Santoku. El primero dispone de una hoja fuerte y delgada, y se utiliza para cortar filetes, chuletas y todo tipo de carnes asadas. Por su parte, el Santoku se utiliza para elaborar pescado, verdura y carne, puesto que posee una afilada hoja ancha dotada con alveolos que evitan las adherencias.
Un cuchillo pequeño, manejable, de hoja fuerte y filo liso es imprescindible para trocear y pelar las frutas y verduras; mientras que el cuchillo panero, con larga hoja ondulada, facilita el corte de pan.
Y, para terminar, el cuchillo de mondar, muy ligero y de punta aguda, es el ideal para pelar la fruta, los tubérculos y las verduras.

Todos ellos han de conservarse en buen estado, perfectamente afilados y sin ningún tipo de corrosión, lo cual se puede evitar secándolos muy bien, con un trapo suave, después de cada lavado.

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